martes, 22 de junio de 2010

sábado, 5 de junio de 2010

Revolución Bolivariana y Rufino Blanco Fombona por Eloy Reverón


¿Quién podría dudar de la condición anti imperialista, bolivariana, y patriótica de Rufino Blanco Fombona (1874 1944)? Su pasión bolivariana está a prueba de todo riesgo. Sin embargo, a la luz de la Teoría de la Historia de la Revolución Bolivariana encontramos una serie de baches que corresponden al trabajo de filigrana que hizo la razón dominadora para justificar la violencia de su dominio sobre Nuestra América. “Occidente” impuso una manera científica de pensar, diseñada de tal manera que imposibilitaba toda posibilidad de liberación. Ya hemos explicado la teoría de las cuatro cadenas que sirvieron de sustento al sistema colonial. La cadena representada con el sol de la razón, que además organizar racionalmente el sistema económico de explotación esclavista colonial, generó por consiguiente una ideología que lo justificó, un discurso cientificista que se inició con el movimiento de los humanistas, el desarrollo de la ciencia y la técnica, el liberalismo romántico y luego el económico; para que finalmente desembocar en el positivismo evolucionista. En ese laberinto estuvo enredado el paradigma esencial del razonamiento de Blanco Fombona.

El discurso eurocéntrico trazado desde los tiempos de Pico de la Mirandola, fue dirigido a colocar a Europa en el tope de la evolución, y el tope de ese auge se manifestó en la doctrina positivista, a la cual Rufino se adhería como la ciencia y el conocimiento de su tiempo. En el discurso de los cultores de la legión de súper héroes es frecuente la ausencia de una razón liberadora, la libertad es evocada como un don divino, y no como una concepción que se ha de tener clara para alcanzar objetivos políticos. Ya no es la mayor cantidad de felicidad posible que planteaba Jeremías Benthan. Es la forma racional de cómo se produce el “pan de esa felicidad”. Esto sucede en un ambiente romántico que concentra su atención sobre el proceso de liberación política exaltando los hechos heroicos y las hazañas casi sobre humanas para alcanzar una emancipación, como si ese cielo romántico de la libertad hubiera sido alcanzado, dejando a un lado el análisis crítico, porque no llegó hasta algo tan elemental como revisar la forma sutil como fueron tejidos los lazos de la dominación europea sobre América. Blanco Fombona entendió una guerra a muerte: …, entre España y sus colonos insurgentes; entre el espíritu férreo e intransigente de España y el espíritu heredado, férreo e intransigente, de sus hijos americanos. Cuando empecé a escribir sobre historia, muy joven, redacté el presente estudio. Le di aparato cientificista, de moda entonces, y tono abogadil y poco ameno. (…) Entonces escribía con más exaltación combativa y pensaba con menos serenidad que ahora. (…) Además ahora {1940} pienso esto: el que no sea pensador político, o haya sido alguna vez dirigente de hombres; quiero decir – el que no posea un alto sentido y práctica de las realidades, de la psicología de los hombres y pueblos – no se ponga a escribir de historia. Ni la comprenderá, ni la hará comprender. Pero tenga cuidado de no emplear los procedimientos de la política en la historia. En la historia, lo primero, sinceridad y honradez. (…) Pintaría a los hombres y a los pueblos, explicándolos por su psicología. (…) Debo añadir, que no se puede, ni se debe, escribir la historia de un país americano, en la época de su independencia, insurrección general de todas las colonias, con la misma tendencia y contra el mismo dominador europeo, sin constantes incursiones en los episodios de rebelión en las demás colonias. Así he procedido en este ensayo de historia crítica. (RBF. 1940:pp 7/8)

Vislumbra la necesidad de considerar una visión continental, pero no deja de acusar una visión de suma de parcialidades, esto sorprende sobre todo de un hombre que ha dicho en su tiempo algo como: “América es el pueblo que se ha desangrado durante décadas por frases huecas, por palabras: rey o república, centralismo o federalismo, conservadores o liberales; el pueblo bárbaro de las guerras federales en Venezuela, Colombia, Argentina y México. ¡Como si la dignidad política estuviese en las etiquetas y no en el carácter y la acción de los hombres! Nuestra América ha sido el pueblo de los Estados Desunidos de América.” Y la remata con esta interrogante: “Qué mucho pues, que la guerra de emancipación se iniciase con firmeza, si peleaban los españoles con sus hijos?” No digamos nada de las justificaciones que hace del conquistador. Lo que quiero resaltar de su punto de vista es que las guerras federales, como fueron hechas entre americanos, sean venezolanos, colombianos o mexicanos, son guerras bárbaras, la que el llama guerra de independencia es un asunto sublime entre los españoles con sus hijos, el discurso eurocéntrico, muy propio, como el mismo señala “de las modas cientificistas”. No es posible que pudiera diferenciar entre las guerras sociales y la emancipación.

Tampoco entendió Rufino a Miranda a la Primera República cuando se refiere a una minoría insignificante e inexperta quería la emancipación. No, esa minoría quería sustituir a la monarquía como clase dominante. Si se mostró independentista lo hizo hasta terminar el peligro de caer bajo el poder de Francia. La inmensa mayoría profesaba una ideología monárquica que es muy diferente a ser realista. Los blancos mantuanos eran la cara visible de la explotación colonial. El obispo Coll y Prat dirigió la política comunicacional de la Iglesia, a atacar a la Primera República. Su argumento más convincente estuvo avalado por el terremoto que dejó en ruinas las ciudades más importantes de la república había sido el castigo de Dios por haber sustituido por la Ley al Rey coronado en su nombre. Rufino encuentra en su lugar una explicación fácil y hasta ingenua cuando afirma que:

“Miranda comprendió de seguro que en Venezuela era solo una minoría insignificante e inexperta la que aspiraba de veras a la emancipación. La inmensa mayoría era realista. Tampoco quería él que la emancipación, si se conseguía, costase los ríos de sangre que podía costar.”(Blanco Fombona: 1942, p.87)

Por supuesto que era una minoría. Lo de inexpertos es relativo no olvidemos que la flota inglesa había sido rechazada en la Guaira. El tema es que Rufino no contó con la documentación del Archivo de Miranda para darse cuenta de la distorsión de la historia impuesta por la Oligarquía conservadora, los herederos del mantuanaje. Reconoce en Miranda al diseñador del espíritu revolucionario. Sigue viéndolo como a un fracasado cuando lo justifica de esta manera:

“Miranda pudo haber fracasado en cuanto a libertador. Pero le queda la gloria indiscutible de haber preparado, en los espíritus de toda América, la Emancipación. El hizo por su prédica, sus sacrificios y su constancia la siembra revolucionaria. Fue el Precursor.” (Blanco Fombona: 1942, p.90)

Miranda además fue un interesante maestro de Bolívar. Compartió su biblioteca y su experiencia mundana durante el segundo semestre de 1810. Poco se sabe de esa relación. La teoría conspirativa induce la idea de que en el 58 de Grafton Way de Londres funcionaba una logia masónica donde de manera mágica se insuflaban los destellos de la conciencia de clase.

Lo esencial está en que a Rufino le faltó independizarse intelectualmente del modelo dominante de pensamiento científico de su época.